Existen muchos navegadores que hacen fácil la tarea de medir la velocidad de internet.
El primero de ellos fue Mozilla Firefox, irónicamente el descendiente
de Netscape una vez que esta compañía liberó el código para
desarrolladores en Internet. La Mozilla Foundation está detrás de este
navegador, por lo que puede ser descargado de forma gratuita. Las
versiones más nuevas de Firefox han mejorado varios aspectos,
fundamentalmente la velocidad, y nos permiten hacer personalizaciones
del diseño y agregar algunos servicios. De hecho, Firefox fue uno de los
primeros navegadores en sumar pestañas, algo que mejora muchísimo la
forma en la que usamos internet.
El segundo de estos navegadores es Google Chrome, que lentamente
ascendió al segundo lugar de los navegadores más usados. Chrome nos
ofrece actualizaciones periódicas, una interfaz más limpia, navegación
“incógnito” para proteger nuestros datos y sincronización con varios
productos de Google para mejorar la rapidez en lectura de correo
electrónico, por ejemplo. Pero una de sus cualidades más importantes,
que comparte con Firefox (aunque Chrome la ha explotado mejor), es la
posibilidad de sumar extensiones. Estas extensiones nos permiten
compartir contenido directamente en redes sociales, ver video online y
hasta cambiar el aspecto de nuestro perfil de Facebook. Aunque algunas
extensiones son peligrosas porque tienen acceso a nuestros datos de
navegación (algo por lo que muchas compañías están dispuestas a pagar),
muchas de ellas son bastante prácticas.